Me había quedado a dormir en lo de Lautaro
con dos amigos más. Era una noche lluviosa y relampagueante, y hablábamos de
chicas, juegos… Hasta que alguien mencionó a “los otros”. Lautaro empezó a
contar que la casa de enfrente estaba deshabitada desde hacía muchos años, o era
así hasta hacía poco. Un mes atrás, un día
lluvioso como hoy, había llegado una familia que parecía normal: una mujer y un hombre que tenían mellizas de nueve años. Al día
siguiente, Lautaro tocó a su puerta para conocerlos y presentarse, pero nadie
respondió. Pensó que habían salido para comprar comida o cosas para la casa.
Pero volvía a tocar la puerta día tras día y nadie contestaba. Hasta que un día, empezó a escuchar gritos y ruidos extraños.
En ese
momento, Lautaro detuvo su relato y nos preguntó si queríamos ir a la casa de
“los otros” para ver qué había pasado con ellos, todos dijeron que sí. Sin
embargo, yo estaba aterrorizado y les dije que no quería ir. Todos empezaron a
burlarme, pero yo no fui.
Se fueron para la casa sin el celular porque
no lo querían mojar. Habían partido a las diez u once de la noche, no me
acuerdo bien, y ya era la una de la mañana. No habían vuelto. Yo empecé a ponerme
nervioso y empezó a faltarme el aire. Traté de calmarme, pero seguía pensando
que los podrían haber raptado. Tomé coraje y fui a golpear la puerta de la casa.
Salió un hombre que parecía de unos cuarenta o cincuenta años: no veía del todo bien porque había
poca luz. Me disculpé por tocar la puerta tan tarde y luego le pregunté si
había visto a mis amigos. Me dijo que no.
Después me fui a casa con miedo y me tiré en
la cama, pero no pude dormir. El sonido de los truenos era ensordecedor.
Al
otro día, ya había parado de llover. Hablé con mi madre de lo que había pasado con mis amigos, pero ella me dijo que
debía tratarse de un sueño, porque la casa de “los otros” seguía deshabitada. Quedé
muy confundido, por lo tanto fui a la casa de Lautaro a preguntarle a la madre
si había vuelto. Le conté lo que había pasado y me dijo que su hijo había
desaparecido mucho antes de que yo naciera. Que se
había ido con unos amigos a investigar una casa abandonada y nunca más había vuelto.
Y hasta el día de hoy sigo sin saber qué
pasó con mis amigos y con la casa de “los otros”.